viernes, 3 de octubre de 2008

BIENVENIDO AL CLUB, PAQUITO.


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Ya ni se acuerda cuando fue que la gente dejó de llamarle Don Francisco, o Don Paco. Su aspecto de encanecido abuelete de cuento, junto con la familiaridad que le habían tomado, había logrado que, poco a poco, sus vecinos comenzaran a llamarle Paquito. A él no le disgustaba y le permitía un eslogan político muy juguetón: “Paquito, pa Quito”.

Cómo a todo abuelete, a Paquito le fascinaba recordar sus heroicas batallitas, tiempos pasados cuando su espíritu aguerrido rindió tributo a la gloria patria. Y la Patria, generosa con sus héroes, supo premiar sus meritorios actos bélicos, con un cargo administrativo de relumbrón, donde poder acomodar su jubilación sin los amenazantes silbidos de proyectiles afeitando sus orejas.

Y en esas se hallaba Paquito, llevando una vida sin sobresaltos, respetado y querido por todos. Cada mañana recorría, sentado en la parte trasera de su auto oficial, escuchando, en la radio, a Diego Oquendo, el camino de su casa a su despacho.

Cómo correspondía a su abolengo, Paquito pertenecía desde hacía tiempo a un Club Social de mucha tradición en la ciudad: El prestigioso “Club Naranja”. Siguiendo el ciclo de vida de este tipo de Clubs, con el tiempo había perdido lucimiento y sus requisitos de entrada, antaño exquisitos y exclusivos, se habían ido rebajando para compensar la desaparición de viejos socios con la sangre renovada de nuevas generaciones. Donde antes se solicitaba una probada trayectoria ideológica respetuosa con los valores programáticos establecidos en los legendarios estatutos del Club Naranja, ahora existía un solo casillero:

“¿Es Ud. de Izquierdas?” Si/NO; seguido de un casillero adicional para los que habían respondido que No con la siguiente pregunta: “¿Ni siquiera un tantito así?” SI/NO; y una última alternativa para los que seguían insistiendo en No: “¿Apoya Ud. a la Selección Nacional?” SI/NO.

Un “sí” en cualquiera de los tres se había convertido en el único requisito, y aún así se hicieron excepciones. El resultado, como no podía ser de otra manera, fue la entrada de morralla que había falseado sus títulos académicos, escoria que había sido expulsada de otros clubs, en fin, lo que cabía esperar.

A Paquito le molestaba esto, pero no le paraba demasiada bola al Club. Siempre pensó que era más lo que ganaba el Club con su presencia, que lo que el Club le aportaba a él.

Un buen día, en el trayecto, le sorprendió ver una larga fila de personajes muy conocidos, muchos de ellos miembros del Club Naranja, haciendo fila frente a la sede social de un nuevo Club, el Club Verde. Le pidió al chofer que parara un instante y se bajó a preguntar.

Ramiro, un conocido socio del Club Naranja, le saludó desde la distancia, sonriente, alzando el brazo:

“¡Paco! ¡Paquito! Acá. ¡Vente pa cá!”

Paquito se dirigió al lugar que le indicaba su buen amigo Ramiro.

“Qué bueno que por fin te animaste, Paquito. Hace tiempo que quería conversar contigo sobre este Club. Es muy importante que te afilies cuanto antes. Va a ser bien bacán, ya verás… Estamos casi todos…”

“Pero… ¿Y el Club Naranja?”

“Pendejada ñaño. Tú sabes que eso se dañó hace ratón. El naranja ya no sirve. Ahora lo “fashion” es el verde.”

Paquito le miraba sorprendido. Qué lejanos parecían los tiempos en que Ramiro le convenció sobre lo bueno que iba a ser para el Club Naranja asociarse con el Club RED de un tal “Lelo”. Que con esa alianza el Club resurgiría de sus cenizas hacia un nuevo amanecer. El mismo Ramiro le había expresado su desprecio por “esa aventura a ninguna parte” que era el Club Verde cuando apareció, apenas dos años atrás.

“Y ¿Qué piden acá?” preguntó Paquito.

“Poca cosa, nada que no podamos hacer.”

“Y ¿por qué van todos los de la fila con los pantalones en los tobillos?”

“Es parte del protocolo. No te preocupes. Además, es más fresco así. A mí me incomodaba mucho al principio, sobre todo para caminar. Parecía un pingüino y a veces tropezaba y me daba un trompazo… ¡Mira, mira ese…! ¡Jua, Jua! Menuda trompada se ha pegao el Arquitecto."

Efectivamente, un conocido Arquitecto azuayo se acababa de caer de morros mientras la fila avanzaba que más parecía el famoso documental, ganador del Oscar, sobre la migración antártica del Pingüino Emperador.

“Yo por eso he optado por la moda escocesa” prosiguió Ramiro mientras señalaba orgulloso su falda tableada a lo highlander. “¿Verdad que me parezco a Mel Gibson en Brave Heart?”

“Claro, claro, como dos gotas de Agua.”

“Ven conmigo que tengo un contacto en la puerta y seguro que, en cuanto les anuncie tu visita, se van a poner muy contentos y te van a dejar pasar sin esperar turno… Una cosa más, creo que uno de los jefazos de la franquicia internacional está hoy de visita. Yo ya le conozco, es un pana muy campechano. Te va a encantar. Lo único es que tiene algunas manías y le gusta que se siga un cierto protocolo con él.”

“¿A parte del tema de los pantalones tobilleros?”

“Si, pero no es nada, no te preocupes. ¿Tu recuerdas cuando fuiste al Vaticano y saludaste con el Papa?”

“Si claro.”

“Pues lo mismo. Le gusta que le saludes de la misma manera.”

“No entiendo… ¿Quiere que le diga Su Santidad?

“No, hombre, no. No seas exagerado. Lo que quiere es que le saludes con el gesto del beso en el anillo.”

“¿Beso en el Anillo? ¡Ni hablar! Faltaría más.”

“Si ya lo hiciste con el Papa, ¿por qué te pones tan exquisito ahora? ¿Qué importará un saludo que otro?”

“Mira, no estoy seguro de querer pertenecer al Club. Yo con el Naranja tengo bastante. Le damos una buena manita de pintura a la sede y ya verás.”

“Que no, Paquito. Hazme caso. La sede naranja no tiene arreglo. Se cae a pedazos. Mira, no quería decírtelo, pero si no te cambias a tiempo te esperan años muy duros y, reconozcámoslo, no estás ya en edad de comenzar de nuevo. Olvida tus remilgos y hazme caso. Te va a gustar el Club Verde.”

Paquito quedó pensativo. No faltaba razón en las palabras de Ramiro. Él quería seguir en su cómodo despacho, a ver pasar la vida con ilusión pero sin sobresaltos.

“Me lo voy a pensar. Quizás en un par de meses.”

“No, Paquito. Tiene que ser ahora. Si no es antes del 28, las inscripciones quedan cerradas. Esta gente, además, no se anda con medias tintas: si no estás con ellos, te consideran su enemigo y van a por ti con todo lo que tengan. Hazme caso, Paquito, únete a nosotros.”

Y Paquito se unió al Club.

Meses más tarde, tras una disputa interna entre un tal Acosta y un señor Barrera, los del Club Verde sacaron de su puesto al viejo Paquito, después de rendirle, eso sí, un sincero homenaje, con reloj y placa conmemorativa, en agradecimiento por la lealtad y los servicios prestados.

jueves, 2 de octubre de 2008

DESAYUNO EN CARONDELET

Felicitaciones Sr. Presidente,

Ha tenido Ud. un gesto que le honra invitando a degustar las exquisiteces del desayuno preparado por el famoso Chef Belga, a la gente que busca empleo en la Av. Los Shyris.

No es que sirva de mucho, y a juzgar por las caras de algunos, convendría revisar la sazón del Chef, pero me parece uno de los gestos más presidenciables que ha tenido en sus casi dos años de Gobierno.

Le pido que no enturbie la dignidad del acto tratando de sacarle partido electoralista. Estas cosas quedan mejor así.

Observo que el evento no fue del todo espontáneo y tenían preparados discursos, pancartas e incluso un video del plan "Socio Trabajo", o como se llame, pero eso, también está bien.

Al paso que vamos, me temo que va a tener que ampliar el salón amarillo y poner al chef a sudar horas extras, porque su plan de gobierno no tiene aspecto de ser el más adecuado para generar empleo. Aun así, debo confesarle que el acto me ha parecido digno de elogio. En el fondo soy un blandengue sentimental.

miércoles, 1 de octubre de 2008

LA RAFI-CARD Y EL ARTÍCULO 117


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Había comprometido un post para cuando tuviéramos resultados oficiales. Dichos resultados no llegarán hasta que se haga el 100% del conteo de votos, y falta todavía, procesar las actas del extranjero y algo, muy poco, del oriente. Mientras éstos no sean oficiales, no se publicarán y, por tanto, tampoco entrará en vigencia el todavía Proyecto. Sin embargo, las cifras actuales permiten sacar algunas conclusiones ciertas.

Algún sabio dijo una vez que “las Elecciones ni se ganan ni se pierden, solamente se interpretan” y creo que resultará complejo encontrar un ejemplo más palpable de la inobjetable validez esta afirmación, que los resultados del referéndum del 28 de Septiembre. Los que se dejaron 900.000 votos en el camino hablan de “aplastante paliza”, y presentan a los que aumentaron su caudal de electores en 1,2 millones, como un equipo perdedor.

La crudeza de las cifras exhibe con impudicia un resultado muy pobre para una Constitución que pretende ser de todos y para todos:

De 9,8 millones de electores convocados, menos de la mitad, 4,7 millones, dieron su respaldo al proceso.

La matemática es una ciencia “pura”, inapelable, 2+2, aunque se embadurne de maquillaje, sólo puede sumar cuatro. La Constitución entrará en vigencia, a favor y en contra de todos, con su confusa redacción sujeta a interpretaciones mañosas, sus vacíos a pesar y por causa de su obesa articulitis, sus reconocidas barbaridades y sus indudables fallas horrorosas. Y todo eso, con un poco impresionante 64%. Un aprobado mediocre, con escasa brillantez, no parece un cimiento sólido para el cacareado “cambio de época en época de cambio”. Políticamente les servirá, pero, en mi opinión, 64-36 es un margen insuficiente para IMPONER un nuevo modelo ECONÓMICO. Hacerlo supone ignorar los deseos de UN TERCIO de los Ecuatorianos que merecen ser escuchados.

En realidad, lo que diga o deje de decir la Constitución, no importa tanto en un país que, tradicionalmente, le ha parado poca bola a sus Cartas Fundamentales, y van nada menos que 20. A nadie le era desconocido que el artículo que exigía dedicar a Educación un 30% del presupuesto general del Estado, era humillado a vista y paciencia de legisladores, fiscales, jueces y ciudadanos cada vez que el Ejecutivo de turno presentaba las cuentas del Gobierno. Mejor no hablar de la dolarización, que a pesar de ser una medida extremadamente beneficiosa para el país, era totalmente anticonstitucional y por tanto ilegal.

No sé por qué la nueva Constitución tendría que ser tratada de forma diferente a las anteriores. Peor con un presidente que tiene un record demostrado de irrespeto por las leyes, con especial dedicatoria a la Constitución bajo la cual salió electo. Desde el primer día, cuando no juró respetarla en la toma de posesión el 15 de Enero del 2007. Actitud irónica la de Correa, demostrando un escrupuloso respeto por el código penal, una ley jerárquicamente inferior a la Carta Magna, al evitar cometer perjurio en la toma de posesión de su cargo, y, simultáneamente, probar su premeditada y alevosa intención de violar la ley suprema del Estado con total desprecio por la misma. No nos quejemos, luego, si este tipo de No-juramento, se convierte en norma protocolaria el la toma de posesión de cualquier cargo público a partir de hoy.

El oficialismo ya ha irrespetado los principios que proponen en continuas ocasiones. El Artículo 115 prohíbe el uso de los recursos y la infraestructura estatales, así como la publicidad gubernamental, para la campaña electoral. Esto no sólo no se cumplió, sino que su manifiesto incumplimiento ha sido denunciado por los observadores extranjeros, en concreto por los procedentes de la Unión Europea, en su informe.

Menos mal que dichos observadores no estuvieron presentes durante los 18 meses de campaña perpetua, tendríamos un informe de proporciones enciclopédicas. No faltarían menciones sobre eventos absurdos como el infame episodio del derrumbe del “falso infiernillo”, la participación del Presidente en actos totalmente superfluos e innecesarios desde cualquier punto de vista que no sea puramente electoralista, (como las sospechosas entregas de cheques tamaño sábana a madres y hermanos de partidarios políticos), los recursos ocupados en cada una de las matinées sabatinas que, con luz y taquígrafos, sobrepasan la función estrictamente informativa de las actividades presidenciales y son actos abiertamente electoralistas a favor del movimiento del oficialismo, las cadenas televisivas producidas con recursos del Estado para ser usadas con fines tan dudosos como atacar a comunicadores sociales o distorsionar hechos evidentes.

Recuerdo cómo me molestaba ver los letreros de las obras públicas con leyendas como “Obra de León”, o “Lapenti Trabaja”, que invitaban a imaginarse la improbable escena del Sr. Prefecto del Guayas, en camisa interior y mono azul, sudando la gota gruesa mientras imprimía, con sus manos, gris asfalto sobre el carretero. Aquellos letreros acholados son meras travesuras infantiles comparados con las tarimas regalonas o los actos mediáticos con la imprescindible foto del mandamás de Carondelet.

El mismo uso del slogan de campaña de Alianza País (“La Patria ya es de Todos”) es un acto proselitista tan despreciable como si quisieran imprimir el logo de AP en el papel membretado de los ministerios.

Con ese bagaje a sus espaldas, cabe esperar que las restricciones al uso de recursos públicos con fines proselitistas tampoco se cumplan en próximas elecciones, pero esperaremos a ver que pasa.

Parece inevitable que el artículo 117, sin embargo, sea el primero en sufrir la violación flagrante de su texto, ya que indica que “se prohíbe realizar reformas legales en materia electoral durante el año anterior a la celebración de elecciones”. Textualmente, el 117 implica que, de realizarse elecciones en los próximos 12 meses, como parece que quieren hacer en Febrero o Marzo próximos, todas las reformas que plantea la nueva Constitución para la elección de dignidades, comenzando por la autorización a la reelección Presidencial (una evidente reforma legal en materia electoral) son FLAGRANTEMENTE ANTICONSTITUCIONALES, pues vulneran el Artículo 117.

Si así comienzan con éste, no me juzguen si no deposito excesivas esperanzas en que respeten los otros 443 artículos.


domingo, 28 de septiembre de 2008

FELICITACIONES SR. CORREA

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Ya tiene Ud. lo que tanto pidió: una Constitución que responde a sus deseos y a su modelo de Estado.

No tenemos los resultados oficiales que nos prometieron, pero no importa. Nunca dudé que el SI ganaría y sólo restaba saber por qué margen. Ya veremos qué pasa finalmente en Guayaquil, pero la aprobación en todo el Ecuador es innegable. De nuevo, Felicitaciones, Sr. Correa, la victoria es suya.


No me siento triste por el resultado, para mí no es una derrota: en la vida, uno aprende que a veces se gana y a veces se pierde, lo importante es haber luchado y sentirse orgulloso de la lucha.



Debo decirle que me siento muy decepcionado por su actitud. No me sorprende, pero igualmente decepciona, ver como desaprovecha las oportunidades que le brinda la vida para convertirse en el verdadero líder de TODOS los Ecuatorianos. Sigue Ud. empeñado en que haya vencedores y vencidos, yo sigo luchando porque sólo haya vencedores.


Hubiese sido hermoso reconocerle una victoria limpia, honesta, sin abusos, en buena lid. Ud. no quiso que fuera así, ya sabrá lidiar con su conciencia. El juego que nos propuso fue mañoso, pero eso es lo que Ud. quiso que fuera. Sin oposición, con un presupuesto ilimitado, con todas las instituciones a su favor, luchaba Ud. contra sus propios errores. Si no ha ganado por mayor margen, no culpe a los que estuvieron a favor del NO. Nada tuvimos que ver en ello, aunque nos hubiese encantado pensar que sí. Era Ud. contra nadie.


El 20% de sus propios electores, los mismos que hace 11 meses aprobaron ir a la Constituyente, Ecuatorianos que alguna vez creyeron en Ud., hoy, le dieron la espalda. No lo hicieron siguiendo los dictados de la oligarquía, la Iglesia ni nada por el estilo. Ud. lo sabe. Ud. fue quien los hizo cambiar de opinión en menos de un año. Medite por qué.

El voto de la mayoría puede legitimar un mal texto, pero, en ningún caso, lo hace bueno. La Constitución que acaban de aprobar era igual de mala ayer que hoy, así que no pida mi adhesión al texto, que no la tendrá. Mientras continúen los atropellos y los errores, espere mi posición crítica, porque allí estará. Créame que también defenderé con vehemencia las medidas que considere acertadas, si las toma.

Le pido que me demuestre que estoy equivocado, que me pruebe sin excusas que su modelo sirve para llevar al Ecuador por la senda del progreso. NO tendré problema alguno en hacerme su más acérrimo defensor.

De la misma forma, le pido que, si se demuestra que el camino es errado, no se empecine de manera tozuda en seguirlo a ciegas, y tome, con humildad, las decisiones que sean necesarias para corregirlo.

Le reitero, por tercera ocasión, mis felicitaciones. Ya tiene en su manos un documento que le da tanto poder como responsabilidad. No abuse de él. Aprovéchelo por el bien de TODOS.



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