miércoles, 8 de abril de 2009

LOS GATOS DE MI VECINA Y EL VOTO DOMESTICADO (VIDEO)

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Todos los días, cuando salgo o llego a mi domicilio, observo una jauría de gatos retozones, satisfechos, orondos y perezosos merodeando la puerta de la vivienda de dos plantas de mi vecina: una dama de edad, pero no anciana. Vive con su hija, de quien chismean que es divorciada pero visitada por un caballero acaudalado. Su vida privada me interesa tan poco como los rumores sobre la misma. Lo que me llama la atención son esos felinos, más de 20, que se pasean, siempre inoportunos, por delante del carro cuando manejo por allá.

Debo confesar que, si bien no aborrezco la presencia de animales en las casas, no soy amante de las mascotas. No puedo evitar la incómoda sensación de servilismo antinatural, pérdida de libertad, rendición al vasallaje y sumisión de dependencia que inspira la visión de cualquier animal domesticado. Con absoluta desidia zoológica, mi interés por los gatos de la vecina es, paradójica y monogámicamente socioeconómico. La conducta de estos mamíferos peludos resulta ilustrativa a la hora de entender el mercantilismo.(párenle bola al link y revisen quienes son los Enemigos del mercantilismo).

Seguramente, mi vecina es una persona amable, llena de buenas intenciones, amante incondicional de los animales que piensa que está haciendo un favor a esos "pobres" gatitos desvalidos. Es posible que en su ánimo esté, también, cierto espíritu egoísta y, con sus cuidados gatunos, busque librarse del problema de roedores que acecha la ciudadela (desde luego la mujer no se dedica a alimentar ratas, así que no parece que el amor por el reino animal, en general, sea su motivación principal). Quizás espere encontrar un poco de compañía con que mitigar su soledad cuando su hija recupera tiempos pasados en brazos del enternado admirador que la saca a pasear, o quiera mantenerse ocupada en una actividad que la evite de convertirse en una planta más, enraizada al sofá frente a la TV. No la culparía si fuera éste el caso y su altruismo felino fuese una excusa para aprovechar el tiempo.

Sin embargo, lejos de hacerles un bien, esta señora está perjudicando gravemente a los gatitos que cree ayudar. De manera cadenciosa, poco a poco, adoctrinados y dopados por la comida fácil, los gatos van perdiendo su capacidad y el interés por cazar ratones, generándose un cordón umbilical necrófilo que conlleva la muerte del felino en el momento en que mi vecina disponga, voluntaria o involuntariamente, dejar de alimentarlos.

Sus posibilidades de sobrevivir se reducen, sólo y exclusivamente, a obtener alimento de mi vecina. Si ella decide que para conseguirlo es imprescindible que los gatos aprendan a bailar cachullapi, no les quedará más remedio que obedecer aquello que la señora disponga.

Otros gatos callejeros llegarán y marcarán el territorio anteriormente dominado por el grupo de los taimados, y controlarán el acceso al suministro de ratas. Si cualquiera de los gatos de mi vecina intentara siquiera acercarse a uno de ellos, su misma vida estaría en peligro.

Sostengo, como cualquiera que tenga un mínimo de inteligencia y rigor histórico, que en Ecuador, como en casi toda Latinoamérica, hemos sufrido los embates del mercantilismo más abominable, donde el Estado, representado por la clase política, se ha rodeado de empresarios y ciudadanos aborregados por el mercantilismo, de tal forma que nuestras instituciones públicas y privadas han perdido su naturaleza primigenia sufriendo tal grado de domesticación y ceguera que ya ni somos capaces de desarrollar nuestro verdadero potencial.

La grosera intromisión del Estado y sus arrimados, en la vida personal de los individuos, por medio de leyes que no limitan sino que “reflejan el poder" (ver video) de la burocracia sobre el ciudadano, ha generado un círculo vicioso, un vínculo de vasallaje, del cual resulta casi imposible sacudirse.

El diagnóstico de nuestra enfermedad crónica es sencillo: mercantilismo. El tratamiento para curarnos también lo es: reducción del botín político, de la capacidad de otorgar privilegios por parte del Estado.

Sin embargo, como era de esperar, los políticos nos aturullan con estupideces altisonantes como la larga noche neoliberal, la deuda externa, el imperialismo, el catolicismo, la herencia hispánica, o incluso la generosidad de la naturaleza como causantes de nuestra pobreza endémica. Y a nosotros, genéticamente apasionados como somos, nos endulza la oreja escuchar estos sainetes en un ejercicio suicida de autoindulgencia.

Mientras tanto, con buenas o malas intenciones, los caudillos de turno, al igual que mi vecina con sus gatos, se encargan de entregarnos migajas de facilismo artificial, con sus fluoradas sonrisas de hiena sabida, para domesticarnos a cambio de sumisión, veneración y vasallaje, con la, nada despreciable, diferencia que mi vecina utiliza sus propios recursos para sus propósitos, mientras que el caudillo usa los nuestros.

Les dejo con un video resumen de la conferencia que el Peruano Enrique Ghersi dictó en Antigua, Guatemala, a finales del pasado mes de Enero. Si todavía existen lectores de este blog, Correístas o no, que duden sobre cuál es mi posición política ante la Sociedad, les sugiero que vean la conferencia completa (creo que dura unos 80 minutos) en este link. Coincido 100% con los argumentos del Dr. Ghersi.



El modelo del Economista Correa, en mi opinión, representa, por centralista, estatizante y antiliberal, el ejemplo más patético de MERCANTILISMO que hemos sufrido en los años que llevamos viviendo en democracia. Por eso no voy a votar por él, ni por ninguno de los postulantes de su tendencia.

Me pregunto quién, si alguno, de los candidatos a distintas dignidades que nos toca elegir el 26 de abril, suscribiría las tesis del Dr. Ghersi. De existir alguno, tendría mi voto incondicional. De no ser ese el caso, tocará enfrentarse a la difícil tarea de localizar cuales son los aspirantes cuyo ideario se aleje en mayor medida del mercantilismo que impera en nuestra sociedad.

Aquí una respuesta sobre si existe Mercantilismo Bueno:


Nota: Resumimos las 9 Reglas Mercantilistas que Philips Von Hornick definió a finales del siglo XVI:
1. Que cada pulgada del suelo de un país se utilice para la agricultura, la minería o las manufacturas.

2. Que todas las primeras materias que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales, porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas

3. Que se fomente una población grande y trabajadora.

4. Que se prohíban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en circulación.

5. Que se obstaculicen tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros

6. Que donde sean indispensables determinadas importaciones deban obtenerse de primera mano, a cambio de otros bienes nacionales, y no de oro y plata.

7. Que en la medida que sea posible las importaciones se limiten a las primeras materias que puedan acabarse en el país.

8. Que se busquen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata.

9. Que no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y adecuado en el país.


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