miércoles, 24 de febrero de 2010

NUDO DE RABIA

Orlando Zapata (1967-2010)





No había cumplido 35 años la primera vez que lo detuvieron. Fue en plena vía pública. Lo acusaron de “Desacato”, una de las habituales figuras jurídicas que sirven de excusa al apestoso, cruel, represivo y hereditario régimen de bota opresora y canalla que tiraniza Cuba desde hace más de 50 años. 4 meses de sentencia llenos de torturas y vejaciones. 13 días después de su liberación, el 20 de marzo del 2003, aún sin cumplir los 35, Orlando fue nuevamente encarcelado. Su delito: participaba de un ayuno público en protesta cívica a favor de la excarcelación del Dr. Oscar Elías Biscet González y demás presos políticos. Fue sentenciado a 3 años de cárcel. Nunca más volvió a salir de prisión.

Orlando Zapata: un hombre humilde, de profesión albañil y gasfitero. Jamás empuñó un arma ni hizo uso de violencia física contra nadie. Sus delitos: querer ser libre en un país donde nadie lo es, y demostrar su solidaridad con las personas que, cómo él, sufrían prisión por pensar diferente al tirano.

En prisión fue sometido a humillaciones y torturas documentadas. Golpizas que le provocaron un coágulo en el cerebro. Traslados de prisión en prisión para dificultar las visitas de sus familiares y amigos, aislamientos para evitar que otros presos pudieran ser testigos del tormento; martirios para someter la inquebrantable voluntad de un ser humano valiente y perseverante.

Orlando nunca se doblegó y quiso dar su testimonio al mundo iniciando una huelga de hambre el 2 de diciembre de 2009. La cruel brutalidad del sistema carcelario cubano decidió presionar al preso para que cejara en su empeño, negándole agua durante 18 días. Sus riñones no resistieron más. Falleció el 23 de Febrero. Una fecha para señalar en el amplio calendario de los crímenes del castrismo.

Siento un nudo de rabia contenida en la boca del estómago. Un nudo de repulsión por el tirano, pero, ante todo un nudo de asco sin paliativos ante sus cómplices y encubridores.

Porque, después de todo, la monstruosidad del dictador no nos sorprende. Cómo todos los tiranos, es un psicópata cobarde, un mierda que sabe perfectamente que la única forma de seguir mandando es sometiendo, flagelando, amedrentando y mintiendo a su pueblo. Un megalómano con tanta sangre en las manos como la que pierde por el culo en su agónica enfermedad digestiva. Un desgraciado a quien la historia juntará en el infierno con el resto de los dictadores asesinos que alguna vez tuvieron en sus zarpas peludas y malolientes, los destinos de sus infortunados compatriotas. Nada nos puede sorprender de estas bestias.

El nudo más doloroso, el que atenaza con asco mi rabia contenida, lo siento al contemplar a los mediocres lamesuelas que rinden pleitesía al asesino.

Hienas barbadas en el Caribe...

Particularmente, muy en especial, me produce una insoportable repugnancia la hipocresía atroz de Luiz Ignacio Da Silva, “Lula”, porque a él, explícitamente, los familiares de Orlando, junto con 42 disidentes, se habían dirigido para que, sabedores del supuesto “cariño” que Fidel tiene por el braisleiro, éste intercediera ante el tirano a favor del Preso de Conciencia.

De visita con el opresor, sonriente y zalamero mostrando el amarillo mostaza y ese desagradable hedor que desprende la grima de sus respectivas halitosis, Da Silva se hace el desentendido alegando desconocer el pedido público que los presos le habían hecho.

“si trataran de entrar en contacto conmigo, yo jamás dejaría de atenderlos, lo que no puedo es llegar a un país y reunirme con un grupo de personas que dijeron que hablaron conmigo, cuando no hablaron. […] La solidaridad forma parte de mi vida y nunca dejo de tratar esos asuntos”

¿Qué no había recibido la misiva que medio mundo conocía? ¿Qué esperaba: un envío por Fedex desde la prisión de Camagüey? Qué vergüenza, cuanto descaro. Ahora ya conoce de la carta: ¿dónde está la "solidaridad que forma parte de su vida", Sr. Da Silva?

Me importan un carajo el “prestigio” y la simpatía que se haya ganado el sindicalista: sigue siendo el hipócrita que acolitó el terrorismo asesino de los violentos de la izquierda fascista continental cuando fundó, a petición de Castro, el Foro de Sao Paulo.

La historia de Orlando no puede ser una mancha más en el purulento currículum de la infamia castrista. Debe ser el principio del fin de una infamia que dura ya demasiado tiempo. Es hora de desenmascarar a todos los ofidios que siguen acolitando a un régimen represor, tiránico y torturador que no puede tener más espacios de tolerancia en un mundo libre. Basta ya de justificaciones ignominiosas que lo único que hacen es infectar, con el pus de la complicidad, la ya de por sí putrefacta dictadura castrista regando el estiércol que abona la clonación del modelo totalitario en otras latitudes continentales.



Homenaje a Orlando.

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