miércoles, 10 de junio de 2009

DE CANCIONES OCHENTERAS Y ACTUALIDAD

Luis Eduardo Aute durante su Conscripcion Militar

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He tenido la suerte de ver actuar a Luis Eduardo Aute en 2 ocasiones: una en solitario, allá por 1985, y otra junto a Silvio Rodríguez en un concierto del cubano (la verdad es que su intervención fue una grata sorpresa, ya que no estaba anunciada la colaboración del hispano-filipino en aquel evento), si no recuerdo mal, acontecido en el 87.

Junto a Leonard Cohen, uno de mis autores de culto.

Es un personaje que, por original e imaginativo, siempre despertó mi curiosidad. Su personalidad parsimoniosa y suave contrasta con una, inegablemente impetuosa, creatividad que más parece un interminable síndrome de abstinencia inclinado a la experimentación perpetua. Compone, canta, pinta, esculpe, hace cine, animación, escribe, dibuja… en fin, un auténtico renaissance man a caballo entre dos siglos.

Un dato curioso que le une a nuestro Ecuador, y demuestra su impecable gusto femenino, es su matrimonio con María del Carmen Rosado González, una Guayaquileña a la que dobla, si no triplica, en edad (en una de sus composiciones más conocidas, "Una de Dos" ya contemplaba cambiar a una de 30 por dos de 15, así que nada de particular a este respecto).

Es, también, amigo personal del ghost writter encargado de la redacción de los impetuosos, cargosos, encendidos y trasnochados, pero efectivos, discursos del mandamucho Correa: el Sr. Galo Mora.


Y mis amables lectores se preguntarán, ¿a qué viene todo este panegírico biográfico de un cantamañanas quien, por otro lado, en lo que a pensamiento político se refiere, no deja de ser un progre greñudo más que añadir al baúl de los cansinos que confunden izquierda con progreso y perdonan, arrastrados, serviles y condecorados, las infamias del castrochavismo y sus corifeos más destacados?


Variadas y díscolas son las razones que me invitan a escribir sobre Aute en estos días: podría hacerlo con la excusa de conversar sobre la inminente censura que se aproxima, imparable, inevitable, cenicienta y pastosa como la pavesa terrible del Reventador y el Tungurahua, con los ridículos ataques contra Teleamazonas y los Simpson´s (qué santa manía le tienen estos revolucionarios del Siglo XXI al bueno de Homero), porque Aute es un experto en lo que a sortear las malolientes embestidas de los censores de regímenes totalitarios se refiere.

En septiembre de 1975, con el dictador Francisco Franco agonizando (murió, oficialmente, en Noviembre de ese año) se producen las últimas ejecuciones por pena de muerte acontecidas en la Madre Patria (la Constitución de ese país, vigente desde 1978, abolió esa abominable práctica que faculta a los Estados a disponer de la vida humana). Unos días antes, conmovido y enrabietado por la barbarie, pero sabiendo que tendría que enfrentar la censura, Luis Eduardo Aute escribió, camuflada bajo el aspecto de una canción de amor, su ya mítica "Al Alba".


Podría aprovechar, y encadenar la absurda denuncia de la publicación de rumores y supuestos contra el Lindo Canal, con los curiosos hábitos bancarios de la prima del Presidente, al amparo de la canción "Supongamos" (que en realidad se titula Supongamos: canción de Amor y de Anarquía). Y es que, supongamos, ¡es tan fácil suponer!, que esos movimientos, supuestamente injustificados, de sospechosas sumas de dinero en la cuenta bancaria de quien era Secretaria Personal de La Presidencia (y prima del mandamucho), fueran de procedencia total y absolutamente legítima: ¿a nadie le resulta extraño que alguien, tan próximo al iluminado que maneja nuestros destinos, eligiera, para guardar sus ahorros, un banco situado en la geografía del imperio? ¡Oh paradoja!

En el gobierno de la revolución se hace un plan retorno para migrantes que no parece interesarle lo más mínimo a la mamá del propio Presidente, que prefiere seguir viviendo en la comodidad de los Estados Unidos, y se exige a pelucones y banqueros que repatríen fondos depositados en el exterior mientras que la secretaria personal del Presidente, repetimos, prima del mandatario, no sólo elige tener su dinerito fuera, sino que, cuando le cierran la cuenta en los USA, en lugar de repatriar esos necesarios ahorros al país, decide llevarlos a Panamá. ¿Qué información privilegiada tendrá esta señora como para tomar una decisión tan, supuestamente, poco patriótica?

Tampoco sería descabellado recordar el título de la canción "Alevosía", (cuando el que comete un delito contra las personas pone los medios para asegurar su ejecución, sin peligro para él), para preguntar por el interés revolucionario por resucitar la cuenta de los "Gastos Reservados", (sí, aquellos que se manejan en partidas off-shore del presupuesto, por debajo de la mesa, acariciando la rodilla de bolsillos agradecidos, con que los íconos de la corruptocracia, como Alberto Dahik o César Verduga, se enriquecían alevosamente) y formar un nuevo departamento de "inteligencia" que sirva para espiar, sin rendir cuentas a nadie, a todo elemento sospechosamente contrarrevolucionario, o crítico con el pensamiento único que no tardarán en imponer.

Pero no es por eso, sino por el carácter absolutamente premonitorio del cantautor cuando en la letra de su canción "Al Alba" decía aquello de

"Presiento que tras la Noche, vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones, Amor mío al ALBA."

Porque, no me negarán que está de actualidad con motivo de nuestro anunciado ingreso al club de los losers bolivarianos auspiciado por Cuba y Venezuela (ALBA). Yo también presiento que tras la supuesta noche neoliberal, vendrá la noche más larga, y muchísimo más oscura y profunda, la castrochavista del Socialismo del Siglo XXI.

¡Qué vergüenza! ¡Que indecorosa falta de soberanía tener que escuchar de boca de un Presidente ajeno, nuestro ingreso a una asociación paranacional! ¿Dónde quedó el orgullo, la protesta por la injerencia en asuntos patrios? Por cierto, cuanta lengua suelta en este bochornoso episodio de arrodillamiento alfombrero al chavismo: ¿cómo pueden anunciar nuestro ingreso, primero Chávez y luego Fánder, para el día 24 de Junio, si el artículo 419, numeral 6 de la Constitución de Montecristi dice que una decisión de ese tipo debe ser consultada, y aprobada, PREVIAMENTE, por la Asamblea? Quizá convenga leer textualmente lo que expresa dicho artículo:

La Ratificación o denuncia de los tratados internacionales requerirá la APROBACIÓN PREVIA de la Asamblea Nacional en los casos que:
6.- Comprometan al país en acuerdos de INTEGRACIÓN y de COMERCIO.

Por todo esto, no les extrañe que retumben en mi cabeza los versos de la canción de Aute "Todo es Mentira" donde, también de forma premonitoria, repetía aquello de:

Me quise creer algunas promesas
que hablaban de cosas que había que cambiar;
la fe, que era escasa, apenas tuvo tiempo
de acercarse a algún altar.
Cambiaron las cosas pero al contrario,
siguiendo las reglas del juego malabar;
salieron de la chistera gatos rosas,
grises, malvas, a cazar
al primer ratón dispuesto a hablar.


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