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martes, 8 de septiembre de 2009

LECCIONES DE ECONOMÍA

Observando a la Profesora de la Universidad de Lovaina comprendemos que Correa no prestaba mucha atención a las lecciones de Economía Aplicada

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Tengo comprometido un post analizando más de las medidas/paquetazos intervencionistas en la libertad de consumo que el señor Correa Delgado, Rafael no Fabricio, decretó hace apenas unos días. Como lo comprometido es deuda, quiero solicitar su atención sobre una de las medidas más injustificadas, injustas y falaces de las mencionadas: el llamado “Impuesto Mínimo.”

Al parecer, el Sr. Correa, en su infinita capacidad para el saber económico, ha decretado que, a pesar de ser el país con mejores niveles de recaudación de toda la región, existe mucha evasión fiscal, y considera necesario, para contrarrestar este fenómeno, confiscar los anticipos y retenciones del impuesto sobre la renta que las compañías declaran y cancelan mes a mes. Esta confiscación, se genere o no renta real (beneficio neto), será acaparada por el Gobierno en concepto de “Impuesto Mínimo” dizque por los servicios que el Estado presta a las empresas (cómo ejemplo de estos “servicios públicos” (más bien deberíamos llamarlos aseos públicos) por los que, supuestamente, hoy no pagan nada, puso al repulsivo, tosco, obsoleto, tortuguista y corrupto sistema judicial… vaya ejemplo…).

Estoy en contra de todo tipo de impuestos obligatorios (redundancia, lo sé), como concepto, pero si hay uno que resulte particularmente idiota es aquel que grave las rentas, la utilidad, la generación de riqueza. Este tipo de impuestos, como no podía ser de otra manera, es el que más les gusta a los sociolistos del siglo XXI, auténticos yonkies del fiscalismo redistributivo, porque les hace salivar con sólo pensar en el discurso de Robin Hood tarimero, en cruzada de una falsa “justicia social”, sin darse cuenta que este tipo de impuestos están totalmente en contra de cualquier texto constitucional (Artículo 23, numeral 3) que indique igualdad de los ciudadanos, pues son evidentemente discriminatorios por razón de ingreso económico. Este tipo de cosas prefieren ser ignoradas porque no son políticamente correctas, pero, en fin, para que amargarnos por Constituciones que nadie cumple. En cualquier caso, tampoco es este el tema que quiero desarrollar en el post.

Lo que quiero resaltar es el peligro que tiene dejar el poder político en manos de académicos sin experiencia práctica en lo que se refiere a generar riqueza. Me explico: El Sr. Correa se expresó en los siguientes términos para “demostrar” que existe evasión fiscal:

CORREA:
“Nuevamente menos del 2% de utilidad sobre ventas. 0,47% de impuesto sobre ventas corresponde a menos del 2% de utilidad sobre ventas. Muchos de Uds. Son empresarios: han tenido alguna empresa, un bazar, una despensa, una industria… ¿Quién gana menos del 2% sobre ventas? Nadie ¿verdad? Claramente se está evadiendo.”

Ya se nota un patrón de conducta verbal en el mandamucho: cada vez que utiliza la palabra “claramente” para cimentar sus argumentos, desconfíen, no es la primera vez que la usa sobre evidencias absolutamente falaces. Este caso no es una excepción.

Primero:

La cifra que da se refiere a todo un sector de la economía (floricultores, bananeros, camaroneros, etc) y no sobre una empresa en concreto. En un sector es lógico que haya empresas que ganen, otras que pierdan, y dentro de diferentes rangos de acuerdo a sus estructuras de gastos, eficiencia, productividad y estilo de negocio. No sería descabellado ver un sector comercial donde tuviéramos un esquema de distribución de ventas y utilidades similar al expuesto en la Tabla 1.

Segundo, y esto es lo más grave, el presidente, no sabemos si por ignorancia o con otras intenciones, decide demostrar que existe evasión porque no puede haber empresas que ganen el 2% sobre ventas. Pone incluso el ejemplo de una despensa o un bazar… qué falta de criterio.

Para simplificar, pongamos un ejemplo sencillo fácil de comprender como el expuesto en la Tabla 2. (se sobreentiende que los beneficios a que se refiere Correa son después de gastos, pero vayamos a un extremo para comprender el ejemplo)

Supongamos que un comerciante dispone de $10,000 para invertir. Compra mercadería y la vende inmediatamente con una ganancia del 2%. Separa los $200 que ganó y vuelve a hacer la operación de compraventa con un 2% de ganancia. Así hasta 10 veces en el mes. Ha rotado su capital de inversión 10 veces.

Su cifra de ventas es de $102,000 y su utilidad de $2,000, algo menos del 2% sobre su facturación. Ha generado una utilidad de $2,000 con una inversión de $10,000, en un solo mes. ¿Qué banco le iba a dar 20% de interés en un solo mes?

Al final del año, ese hábil comerciante que, precisamente gracias a su reducido margen de utilidad (otros se quedan embobados mirando el inventario al que le quieren sacar rentabilidades astronómicas y ven con envidia, pasar al comerciante) que es capaz de rotar su capital 10 veces al mes, habrá facturado $1,224,000 en el año, generando una utilidad de $24,000 es decir, 240% de utilidad en 12 meses sobre su pequeño capital. Comenzó con $10,000 y al final del año tiene $34,000.

A esto se le llama Rotación del Dinero y es un concepto tan sencillo de comprender que lo manejan, normalmente, desde el comerciante de cualquier despensa o bazar, hasta el chiclero de la esquina, pasando por el ambulante del semáforo. El único que no aparenta conocer el tema es el Doctor en Economía que preside la Nación.

Ahora, al parecer, Correa va a enviar un Proyecto de Ley que pretende aplicar un impuesto mínimo contra ese hábil comerciante a quien Correa no le cree cuando dice que gana sólo el 2% de ventas. ¿Será del 1%, del 2%? De ser este el caso, es posible que el comerciante intente seguir con su estrategia pero aplicando un 4% de margen para poder cubrir el impuesto. Esto posiblemente repercutirá en una menor rotación y sus beneficios se reducirán a la mitad (si no a cero) para poder cederle a Correa la mitad de sus ganancias sin que el Presidente comparta un pelo del riesgo (o del esfuerzo).

El Comerciante se preguntará, con toda razón, para quien demonios trabaja, y decidirá, si puede, emigrar a cualquier otro país donde no le quieran ver la cara de cojudo, circunstancia que será aprovechada por el Presidente-Economista para acusarle de “bolsillo sin alma antipatriota” y, tras proferirle una serie de insultos vejatorios, declararle "empresaurio" pelucón, enemigo del país y desearle, con repugnante menosprecio, en cadena sabatina, que le vaya bonito caminando por la sombrita.

Y luego nos preguntaremos por qué no salimos de la pobreza.

viernes, 13 de marzo de 2009

HUMPTY MARX CARRASCO


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Hace unos días, al subirme a un avión de TAME regresando de Quito, me crucé con el Eco. Carlos Marx. No se trataba de la reencarnación ectoplásmica del escritor de El Capital (debo reconocer que la primera vez que visité el cementerio de Highgate en Londres me sobrecogió el cabezón que preside su lápida), sino del, no menos sobrecogedor, Presidente del Directorio de nuestro Servicio de Rentas Internas.

Encogido y siniestro, como engullido por el asiento del avión, ocupaba el puesto del pasillo en una de las primeras filas. Nadie se sentaba a su lado. Tenía un aspecto tristón, casi melancólico, que me sugirió cierta ternura. No parecía, desde luego, un buen compañero de viaje. Por un momento pensé en bajarme del avión, ante la posibilidad, nunca descartable, de que algún contribuyente asediado por los legionarios del SRI, decidiera hacer realidad velados deseos de venganza, pero el cansancio y las ganas de ver a mis hijos, además de la certeza del clima de sospecha inmediata que mi comportamiento inusual hubiera provocado en el ínclito funcionario, me hicieron desistir del empeño.

He expresado, en más de una ocasión, mi admiración por los funcionarios eficaces, con perfil bajo, administrativos, lúgubres y anodinos, pero minuciosos y eficientes, cuyos ejemplos más notorios se encarnan en las figuras de Elsa de Mena y Carlos Marx Carrasco. En palabras de Carmen Iglesias, miembro de la Real Academia Española:

“Los ilustrados y liberales […] siempre desconfiaron, con razón, de los grandes hombres y de los salvadores de la patria […], que son capaces de arrasar el presente de sus contemporáneos por un imaginario futuro de perfección y gloria […] Tal vez por eso, preferían gobernantes mediocres –en el sentido clásico de capacidad media, de moderación-, que cumplan con sus obligaciones y no espíritus iluminados que creen poseer la piedra filosofal para transformar el mundo según sus propias creencias ideológicas.” (en un próximo post hablaré de un excelente ensayo de esta Sra. Iglesias, desconocida para mí, hasta hace unos pocos días).

Sin embargo, en esta ocasión, quiero hacer patente mi desilusión con unas declaraciones, infelices, por tratarlas con complacencia, de este funcionario. Parece que hace unos días, interviniendo en un foro, organizado por la Cámara de Comercio Española, en Guayaquil, no tuvo mejor ocurrencia que declarar algo así como que SIN IMPUESTOS NO ES POSIBLE LA PROPIEDAD PRIVADA.

Este personaje, de natural desabrido y más bien soso, que cuando fue candidato por una coalición entre el Partido Socialista Cuencano y el MPD, recibió una votación similar a la audiencia que tendría una conferencia en sanscrito describiendo, milímetro a milímetro, las cualidades olfativas de las heces de la mosca tse tse, se aventura , en audaz acrobacia intelectual, por la escombrera del justificativo revolucionario, y, como no podía ser de otra manera, la embarra estrepitosamente. Resbalón, amigo Carrasco, resbalón y de los gordos.

No es que queramos entrar en debates estériles sobre qué fue primero, si el huevo o la gallina, la propiedad privada o los impuestos, pero es que en este caso no existe tal discusión. La propiedad privada nació con el hombre, o incluso antes. Al nido de un ave migratoria, donde cría a sus polluelos y al que regresa año tras año, no lo protege ningún impuesto. La herramienta de sílex que un hombre de piedra forjó para cortar pieles y carnes era suya, en muchos casos hasta la muerte como lo demuestran tumbas prehistóricas, y ese hombre primitivo nunca escuchó hablar de los impuestos del Sr. Marx Carrasco.

No hace falta desplazarse tan atrás en el tiempo. ¿Será que no existe propiedad privada en los países conocidos como paraísos fiscales (donde apenas existen, o no existen, impuestos)? ¿En un lugar como Bahréin, donde no hay impuestos a las sociedades ni a las personas), sus habitantes no son dueños de nada? ¿No poseen vehículos, ropa, electrodomésticos y otros bienes? Patinazo, estimado Carlitos, patinazo de grueso calibre.

La ceremonia de la confusión continúa y los burócratas quieren hacernos creer que son imprescindibles en nuestras apesadumbradas vidas de ciudadanos libres. El intervencionismo del poder político sobre los ciudadanos raya en ocasiones en el delirio. En palabras de la antes mencionada Académica Iglesias, “Vivimos en una especie de Gran hermano político que quiere controlar súbditos obedientes y no a ciudadanos libres”.

viernes, 6 de febrero de 2009

DOÑA ELSA Y LA DECLARACION PATRIMONIAL

Diabólico e infalible plan para acabar con la evasión tributaria...

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Cualquiera que haya seguido mínimamente Ecuador Sin Censura sabe que no soy amigo de reproducir textos que no sean originalmente míos para reconvertirlos en posts del blog. Que yo recuerde sólo lo hice una vez con el comentario de una afectada con la incautación de las empresas del Grupo Isaías, y otra con una viñeta de jevasquez. Sin embargo, creo que el texto que a continuación reproduzco tiene todos los matices necesarios para merecer mayor difusión de la que se le ha dado.

Aunque presumo de ser persona tolerante y siempre dispuesto a sorprenderme con ideas y actitudes novedosas, desde que tengo uso de razón he sentido una cierta desconfianza hacia cualquier persona que, ocupando un cargo público, sonría demasiado. No calza con el perfil de funcionario eficiente.

No me malinterpreten: me encanta la gente positiva que sonríe con frecuencia. Me divierto como el que más con los payasos de circo y plazuela de pueblo, disfruto mucho las intervenciones figuretis de cualquiera con la elocuencia y el desparpajo necesario para hacer un monólogo, stand-up or sit-down, sabatino o dominical, y siempre soy el primero en apuntarme para un buen relajillo; sin embargo, de la misma forma que, a la hora de elegir un postre, prefiero una mousse de chocolate y no pido un Bife de Chorizo poco cocido, me he hecho a la idea de que,en la administración pública, la eficiencia real, rara vez se compatibiliza con el figureteo y la adicción por los micrófonos.

No es que afirme que el carácter agrio, la depresión y el mal genio constante sean sinónimo de eficacia administrativa, pero, en ocasiones, ayudan al cargo. Es algo así como el uniforme o la placa de un vigilante: si hicieran su trabajo en calzoncillos y medias café, calzando unas bora bora, no serían tan efectivos en infundir autoridad. Aspecto anodino, gesto grave, mirada lánguida y actitud severa… son los requisitos fundamentales que aparecen en la descripción de funciones de “Bureaucracy Weekly Magazine”, o algo así…

Todo este preámbulo, (a ver si al final me sale un post entero), para presentar a la que considero ha sido una de las funcionarias que se ganó cada centavo del sueldo que le cancelamos entre todos: Doña Elsa de Mena. Posíblemente la persona artífice de que en Ecuador, hoy en día, exista un mínimo atisbo de cultura tributaria gracias a la cual, a pesar de los sobrados intentos del actual gobierno por promover la obesidad mórbida en el Estado, tenemos una cierta estabilidad recaudatoria en el país.

Recordemos que, con lo que recaudó el Estado, sólo por concepto de IVA, en el pasado 2008 ($3,500 millones aproximadamente) se podrían pagar todos los gastos de un año del Estado en la época de Gustavo Noboa, hace 8 años. Con lo que se recauda en total, sin ingresos petroleros ($6,200 millones) se hubieran cubierto 2 años de esa administración, y entonces, el Estado, al menos a mí, me parecía demasiado grande: imaginen lo que pienso hoy, que el gastafortunas de Carondelet presupuesta dilapidar $17,000 millones al año en gestionar la Patria Altiva I Soberana.

La glotonería fiscalista llega a límites tan voraces, que ahora pretenden hacernos gastar tiempo y dinero en hacer una “declaración patrimonial” con la que luego poder extorsionarnos de cualquier manera.

Qué denigrante ostentación de riqueza la mostrada por Don Felipe, el panadero ,que en su declaración ha tenido que exponer que es el afortunado poseedor de un ejemplar pristino de la primera edición de la revista Playboy, firmado por la propia Marilyn Monroe, que en su momento le costó $50,000. ¡Qué vergüenza gastarse esa cantidad en algo tan vanal!. Qué importa si ese dinero lo hizo a base de sacrificios, madrugones y trabajo constante: es un asqueroso pervertido, un paria alejado del “hombre nuevo” que quiere la Revolución. Y qué me dicen de la cara que se le quedó a Doña Celestina, tía abuela de un conocido periodista de oposición, cuando la guardia pretoriana del SRI confiscó el caballito Lladró de cerámica de la repisa, el día que cayeron, casualmente, por su pelucón domicilio en Urdesa, a hacer una inspección rutinaria y comprobaron que la estatuilla no aparecía relatada en la declaración patrimonial juramentada de la venerable mujer. La expresión de su rostro fue casi tan elocuente como la del día que le llegó la citación judicial unida a una orden de prisión preventiva por el delito de perjurio y falsedad documental.

En fin, a lo que iba... Elsa de Mena, personaje que calza perfectamente, al igual que Marx Carrasco, en el perfil ratonesco y sibilino del perfecto funcionario de carrera, mujer que por su trayectoria profesional y curriculum vitae podría considerarse como una eminencia en el espinoso tema de la tributación ecuatoriana, escribió el pasado 1 de Febrero una reveladora columna en el diario Hoy sobre el asunto de la declaración patrimonial. Para ella, desde aquí, mis respetos y admiración sincera.


DECLARACION PATRIMONIAL

La administración de impuestos se desarrolla en una compleja red de relaciones entre los derechos y obligaciones del Estado y los del contribuyente. El Estado tiene derecho a acceder a todas las fuentes públicas de las que dispone, cruzar información y determinar los probables ingresos de los ciudadanos y los impuestos que deben pagar. Los ciudadanos tienen derecho a su privacidad, una de cuyas expresiones más significativas es la de no tener que rendir cuentas sobre la forma en que administran sus ingresos, y a la presunción de inocencia, en tanto no se pruebe lo contrario.

El Estado dispone de suficientes fuentes de información para realizar sus investigaciones; entre las más importantes, cabe citar al sistema público de Registro de la Propiedad que, de acuerdo con el art. 265 de la Constitución, debe ser "administrado de manera concurrente entre el Ejecutivo y las municipalidades", y al Catastro Nacional Integrado Georreferenciado, de hábitat y vivienda, contemplado en el art. 375 del mismo texto constitucional.

La llamada Ley para la Equidad Tributaria fue aprobada antes que el marco del Estado dado por la nueva Constitución, en caso contrario no habría tenido la necesidad de exigir la declaración patrimonial. Tiene acceso, además, a la información de las transacciones de la banca y, directamente a través de la Administración Tributaria, a la de las tarjetas de crédito, mercado de valores y a la base de datos vehicular, maneja todo el sistema de facturación y el Régimen Impositivo Simplificado, que sirve no solo para cobrar los impuestos de los pequeños artesanos y comerciantes, sino que puede llegar al origen de las transacciones, debido a la obligación de facturar. El comercio exterior está bancarizado, las importaciones deben pagarse a través de giro o transferencia bancaria, circunstancia que prácticamente impide la subfacturación y el contrabando. En todas estas opciones de control, la tecnología moderna de la que dispone la Administración Tributaria es una valiosa aliada.


No cabe presumir que un ciudadano se haya enriquecido ilícitamente y, en consecuencia, exigirle la presentación de una declaración patrimonial. Diferente es la situación de los funcionarios y empleados públicos que tienen la obligación de hacerlo como una derivación de la naturaleza de sus responsabilidades y como forma de salvaguardar la administración del erario público.

Obligar a informar, además, sobre la condición de nexos familiares y sobre el menaje de casa, y aun obras de arte, que posiblemente no tienen más valor que el subjetivo del que los posee, viola el derecho a la privacidad del ciudadano, ya de por sí venido a menos, y parece avanzar peligrosamente hacia un ambiente de control de la vida de las personas.


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