Resulta increíble la capacidad humana para ejercer crueldad sobre nuestros semejantes... Casi tan increíble como nuestra capacidad para tolerarla...
Estos días nos hemos enfrentado al caso de Jaycee Dugard, la muchacha que fue raptada a la edad de 11 años, por un tal Phillip Garrido quien, en connivencia con su esposa Nancy, mantuvo secuestrada a la pequeña durante 18 años, abusando de ella y procreando 2 hijas de esa abominable relación (se habla que pudiera haber asesinado a dos hijos adicionales que nacieron varones).
Este pedófilo confeso había reconocido, en un testimonio judicial en 1977, que miraba a las niñas con lascivia ya desde que tenían siete y 10 años. Admitió haber hecho exposiciones deshonestas frente a algunas de ellas, y que frecuentemente se masturbaba, haciéndolo a menudo en lugares públicos, incluyendo al "lado de escuelas, escuelas elementales, en mi propio auto yo estaba observando a las jóvenes".
El Monstruo de Amstetten, el caso de Nastasha Kampusch, o el más cercano del Fritlz Colombiano, Arcedio Álvarez, nos producen, como es natural entre personas de bien, repulsión más allá de lo imaginable. Estoy convencido que si, a cualquiera de nosotros, sabiendo los crímenes de estos desalmados, nos dijeran que nos tomáramos fotos abrazándolos entre sonrisas, y nos dijeran que fuésemos a su casa a entretener un ratito a sus víctimas para que éstas se dieran cuenta de lo buena gente que sus captores son, nos negaríamos indignados. No cabría esperar otra cosa.
Hace 50 años, un tipo barbudo, con historial violento a sus espaldas, acompañado de unos cuantos amigotes, secuestró a todo un país. Sometió a sus víctimas e horribles torturas, manteniéndolas, junto con sus (de las víctimas) descendientes, encarceladas, obligadas a permanecer en dicho país, sometidas al esclavismo de tener que trabajar en lo que el barbudo y sus secuaces determinaran, a cambio de lo que ellos decidieran, fusilando por miles a aquellos que intentaban rebelarse o huir de aquella infame situación.
Todos estos atropellos, realizados a los ojos del mundo, ante la indignación de algunos, la indiferencia de muchos, y el aplauso incondicional de unos cuantos descerebrados sin corazón pero con mucho estómago. El suficiente como para aguantar, hasta procurar, la compañía, tomarse fotos e incluso lisonjear, haciendo un pavoroso elogio del sadismo, al culpable de 15 millones de casos como el de Jaycee Dugard.
Los expertos declaran que no es infrecuente que las víctimas, a pesar del trato vejatorio, e inhumano al que se ven sometidas, desarrollen sentimientos de afecto hacia sus verdugos. Según parece, forma parte del instinto de supervivencia: saben que sus captores tenían el poder y la capacidad de haber terminado con sus vidas y "agradecen" que no lo hicieran. Es lo que se conoce como "Síndrome de Estocolmo".
Existen 2 tipos de Cubanos: Las víctimas de la Revolución, y los Verdugos Revolucionarios.
Entre las víctimas, algunos decidieron rebelarse y buscaron por todos los medios terminar con su cautiverio. Otros desarrollaron el Síndrome de Estocolmo y sienten simpatía y afecto por sus verdugos. Algunos se han resignado a su situación, conscientes de las consecuencias mortales de la rebelión, y esperan con paciencia que el destino se lleve a sus captores. Sólo unos pocos héroes, usan su inteligencia para denunciar con sutileza pero gran efectividad, las infamias que les ha tocado vivir.
Hace unas semanas, circuló en internet el video donde Juan Carlos González Marcos, alias "Pánfilo", en evidente estado de embriaguez, interrumpía espontáneo una grabación, para reclamar que en Cuba lo que falta es "Jama", comida, que la gente pasa tremenda hambre.
Posteriormente, ya sobrio, intentó retractarse ante las amenazas de los CDR de su barrio.
Incluso su esposa, sabiendo el peligro que corre, también pide que les dejen tranquilos.
Pero el hambre y el licor pueden más que el miedo y Pánfilo vuelve a pedir jama.
La única diferencia entre Castro y Phillip Garrido
es el número de víctimas.
(Castro Gana de largo)
es el número de víctimas.
(Castro Gana de largo)
Aguantar que nuestros dirigentes quieran hacerse fotos en complicidad con tiranos resulta lamentable, que además se adjudiquen el papel de Cheerleaders del Sadismo defendiendo y promocionando a un dictador, allá ellos; pero que quieran condenarnos a todos a vivir en un régimen infame y miserable donde no hay siquiera papel con el que limpiarse la nalga, imitar a un país donde no hay detergente con que lavar la ropa pero sobra limpiacristales en las tiendas porque, a pesar de que la mayor parte de las ventanas son de madera sin vidrio, a algún burócrata, planificador y centralista, se le ocurrió que era bueno tener abundancia de ese producto, es intolerable.
Ojala que los habaneros se diviertan con el concierto de Juanes en El Ojo de Saurón.
No se pierdan el Video (y dile a Raúl que no sea Cabrón...)