jueves, 16 de octubre de 2008

LA CAMPAÑA DEL ODIO CONTRA GUAYAQUIL (2): GUAYAQUIL ES LA CULPABLE.

Correa en la 9 de Octubre Rodeado de...
¿Admiradores con terno café y gorra de plato?
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He recibido un mail en el que una persona, a quien he llegado a apreciar, me pide que "modere" el tono de mis posts. Me indica que con los calificativos que uso al describir las declaraciones de Correa estoy “contribuyendo a regar el odio” que trato de combatir. Que los títulos de los posts son “demasiado sensacionalistas” y que estamos en un momento en que debemos “sumar esfuerzos” por el bien del Ecuador. Me ha dejado pensativo…

Se me pasó por la cabeza publicar el mail íntegro para ver cuantos de los lectores coinciden con esa opinión, pero el hecho de que la critica se hiciera vía mail y no vía comentario en el blog, demuestra el carácter privado que quiso darse al mensaje, y yo, respetuoso que soy de estas cosas, no voy siquiera a solicitar permiso para publicarlo, peor hacerlo sin permiso expreso del autor o autora.

Sin embargo, considero necesario aclarar ciertas cuestiones para todos los que piensen de esa forma sobre mis posts y para los lectores en general:

1.- Si bien me considero apasionado, impulsivo y artificiosamente ampuloso en el ejercicio de la palabra escrita, procuro mantenerme apegado a la verdad y al significado literal y retórico de los términos que utilizo;

2.- Creo que rebatir y desenmascarar, dando una interpretación literal y enfatizando en los trucos que VILMENTE UTILIZAN, a los políticos que nos malgobiernan no sólo NO contribuye a “regar el odio” (esto de regar el odio me ha calado hondo de verdad), sino que lo combate. Quedarse callado o actuar con tibieza ante evidentes actos de infamia resultaría cobarde y contraproducente para todos.

3.- Juzguen Uds. si creen que soy exagerado al pensar que estamos presenciando una campaña de odio, y escuchen las gravísimas palabras LITERALES de boca del mismo Sr. Correa:

CORREA: “…ya por favor no nos engañemos: hablemos la verdad. No existe tal modelo de desarrollo exitoso en Guayaquil. Lo que ha existido es un fuerza política, económica, social, informativa que ha puesto de rodillas, ha controlado todos los gobiernos y a succionado recursos para sus intereses PERJUDICANDO AL RESTO DE LA PATRIA…”

Hagamos una pausa. ¿Quieren, de verdad, que me quede callado ante ese comentario? ¿Alguien piensa, sinceramente, que esa declaración no fomenta el regionalismo más atroz y el odio hacia Guayaquil? Si esas palabras hubieran salido de un político serrano: ¿Cuál sería la reacción de la progresía guayaquileña?

Tratando de justificar lo injustificable, habrá defensores del sembrador de vileza que opinen que Rafael se está refiriendo al Partido Social Cristiano y que soy yo el que comete un error al personificar ese partido con la ciudad de Guayaquil, pero estarán equivocados. Les doy varios motivos:

Correa es quien intenta identificar un “falso” progreso de Guayaquil con los “intereses particulares” de una “fuerza política”, tratando, siempre, de buscar culpables a quien acusar de los males del país. En este caso, y tal como era su propósito cuando quiso distorsionar la realidad del financiamiento del Malecón 2000, quiere vendernos el cuento de que si Guayaquil ha disfrutado de cierto progreso, esto se ha producido porque se lo ha quitado al resto del País. De esta manera, el progreso de Guayaquil deja de ser el motor económico de la Nación para, desde la turbia perspectiva Correísta, pasar a ser, nada menos que, una especie de vampiro que ha vivido engordando a costilla del resto.

Basta repasar las cifras de aportes tributarios de Guayaquil para darse cuenta de que el caso ha sido exactamente el contrario. No es ni siquiera necesario repasar esas cifras, a simple vista se puede observar cual ha sido el flujo migratorio interno en el país. Los ecuatorianos han migrado a la ciudad que les ofrecía más oportunidades de progresar. Tratar de culpar al progreso de la ciudad que los acoge de la falta del mismo en sus lugares de origen resulta tan absurdo como acusar a España o Italia, por ser receptores de migrantes ecuatorianos, de los despropósitos de nuestros gobernantes.

Sigamos escuchando la sarta de falsedades distorsionadas del primer mandatario:

“…Y la principal perjudicada con esas políticas de corto plazo, ha sido la propia Guayaquil, porque con la INEQUIDAD REGIONAL ¿Qué ha hecho? Olas de inmigración. Y ahí tenemos la serie, kilómetros de kilómetros de barrios marginales que afectan a la propia Guayaquil, a la gente que vive en esos barrios que no tiene agua potable, que no tiene alcantarillado, y darle esos servicios es costosísimo…”

“…si hubiese habido un desarrollo más armónico, Guayaquil no tendría los barrios marginales que tiene en estos momentos, por favor. ¿Acaso esa gente es loca para querer dejar a su Naranjal, a su Bucay, a su Tenguel, a su tierra tan querida, e ir a instalarse en Guayaquil? No. Lo hacen por necesidad, porque allá no han tenido carreteros, no han tenido teléfono, no han tenido luz eléctrica, nada… Entonces, ojalá entiendan que la principal perjudicada con ese modelo de desarrollo, entre comillas, que ahora quieren hacerlo parecer como exitoso y ha sido tan solo la IMPOSICIÓN DE LA FUERZA, ya, la LEY DEL MAS SABIDO, etc. La principal perjudicada ha sido Guayaquil… ¿Y estos hablan de centralismo?”

¿”Con la INEQUIDAD REGIONAL qué ha hecho”? De nuevo el portento de podredumbre intelectual aflora por lengua y gracia del Sr. Correa Delgado. De acuerdo a su infinita sabiduría, debemos entender que la Inequidad Regional la ha causado Guayaquil y su modelo de desarrollo. Pero que, al maquiavélico plan urdido por las élites oligarcas del puerto principal buscando vivir de grateche explotando al resto de los ecuatorianos quienes, por filantropía o enajenación mental, se someten al esclavismo, para que, en Guayaquil disfrutemos de un ostentoso e insultante nivel de vida, le ha salido el tiro por la culata porque cómo no les dejábamos progresar en sus pueblos, han decidido vengarse trayendo la miseria al cinturón de pobreza que rodea la ciudad. Se hacen imprescindibles algunas aclaraciones:

1.- El migrante interno viene a Guayaquil porque es la única ciudad que le ofrece, al menos, oportunidad de progresar, y lo hace con los brazos abiertos. El migrante campesino, cuyo único activo son sus ganas de trabajar y su propia habilidad conoce perfectamente dónde se valoran sus características como trabajador. Molesta decirlo pero para el migrante del campo, ciudades como Quito que apenas abren su espacio para pseudo intelectuales, aspirantes a pequeñoburgueses, funcionarios o burócratas (¿en qué ciudad trabajaba el Rafa este antes de ser ministro?), no existe un futuro, mientras que, en Guayaquil, sienten que se aprecia el espíritu emprendedor y las ganas de progresar por encima de valoraciones académicas.

Adoro Quito (a pesar de su horripilante tráfico y lo mal que preparan el arroz, que siempre queda como reventado y de grano fofo), pero si fuera un campesino sin oportunidades en Esmeraldas, consideraría la opción de ir a "buscarme la vida" a Guayaquil mucho antes que a la capital.

No creo que resulte tan difícil de comprender, pues, la motivación del flujo migratorio interno responde exactamente al mismo patrón que la migración al exterior. La gente no migra hacia Venezuela, o Cuba, sino a países dónde se respeta y se valora la propiedad privada, comenzando por las habilidades de cada uno.

2.- Correa se contradice cuando afirma que la causa de que los habitantes de Naranjal, Bucay o Tenguel abandonen sus bucólicos paraísos reside en que allá no tienen teléfono, electricidad, y luego dice que llegan a los kilómetros y kilómetros de barrios marginales donde siguen sin tener nada de eso. ¿En qué quedamos entonces?

Si no se entienden las causas reales de los movimientos migratorios, si no se comprenden conceptos como beneficio marginal, desarrollo de potencial humano, variedad de oportunidades o libertad para elegir como legítimos anhelos del ciudadano, no llegaremos a ninguna parte. ¿De qué le serviría tener electricidad y teléfono a un muchacho en un poblado perdido en el Puyo, si su deseo y su capacidad es ser diseñador de software, en lugar de campesino como su padre y el Estado Central quieren que sea? Además, ¿desde cuando es responsabilidad de Guayaquil llevar electricidad y teléfono a otros cantones? ¿No son y siguen siendo las telefónicas y las eléctricas empresas del Estado Central? Ahora, además, son sectores estratégicos de competencia EXCLUSIVA e IRRENUNCIABLE para el centralismo constitucional correísta.

3.- ¿“Imposición de la fuerza y la ley del más sabido”? Para Correa esa es la definición de lo que ha sucedido en Guayaquil en los últimos 15 años. Pareciera que el ingrato Presidente pretende, con esa ingeniosa frase, hacernos creer que Guayaquil progresa oprimiendo y estafando al resto del país. Siguiendo con la lógica de que no estuviera criticando a Guayaquil, sino a los Socialcristianos, significaría esto que, si algo de progreso nos ha quedado a los Guayaquileños, este es fruto de las migajas de lo que las élites oligarcas de dicho partido han dejado caer del expolio al que han sometido al resto de los ecuatorianos. Pues casi habría que darles las gracias, porque de no haber sido así supongo que tendríamos que vivir de la caridad de los habitantes de otras provincias, claro.

Y yo me atrevería a preguntar, ¿dónde quedaron los miles de millones de dólares que el Estado Central recibió de los ingresos petroleros, o de los impuestos, antes de que, según la imaginación purulenta y protoclasista del Sr. Correa, los socialcristianos desde Guayaquil lo succionaran con fiereza de bebé hambriento ante pezón desbordante?

Sinceramente, sigo pensando que Correa ha decidido que su asalto al poder pasa irremisiblemente por destruir y enfrentar, fomentando el odio y el rencor, a ricos contra pobres, a izquierdas contra derechas, campesinos contra citadinos, aduladores contra críticos, y ahora a la Patria contra Guayaquil. Le gusta, como diría Alfredo, ser el gran disociador y pescar a río revuelto. Por eso insiste con el discurso del supuesto separatismo, y ahora acusa directamente de la pobreza y las inequidades del país al modelo de desarrollo de Guayaquil.

¿Y quiere que nos quedemos callados, le riamos las gracias o respondamos con tibieza, porque, de lo contrario, seremos nosotros los que estaremos “regando el odio”?

miércoles, 15 de octubre de 2008

LA CAMPAÑA DEL ODIO CONTRA GUAYAQUIL (1): ATAQUE A LOS SIMBOLOS

¿Estará el nombre del presi en estos Paneles?
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Sábado, 11 de Octubre. Lugar: Ancón, Provincia de Santa Elena. Rafael I “El Conciliador” ofrecía a sus fieles la homilía semanal, novedoso sacramento, en el cual, el penitente, expone sus pecados en plaza pública, sin ánimo de contrición y carente de propósito de la enmienda (una actividad más en la que entretener los voraces apetitos presidenciales en esas horas ambiguas entre el desayuno y el almuerzo); cuando decidió, animado o afectado por el calorcito playero, ir sacándose ropajes retóricos y exhibir con impudicia pornográfica, su encono rabioso en contra de Guayaquil.

Como podremos apreciar en las propias palabras del gerifalte socialista, su inquina rencorosa alcanza dimensiones delirantes hasta el punto de haberse cocinado una película mental para explicar su particular y distorsionada visión del mundo.

En primer lugar, consciente de la importancia que supone la destrucción de símbolos en cualquier guerra sucia, decide enfilar su artillería biliar en contra del buque insignia de la Regeneración Guayaquileña: el Malecón 2000, la obra que devolvió el orgullo, víctima de la masacre perpetrada tanto por la despreciable ingratitud centralista como por la miserable ruindad del populismo, al corazón de los porteños.

CORREA: “Malecón 2000: se inventaron la Ley del 25% de impuesto a la Renta. ¿De quien era ese impuesto a la renta? Del Gobierno Central, pues. Era exactamente lo mismo que decir: dame esa plata y te doy…”

“…Que quede claro: el Malecón 2000 lo hicimos todos, señores. Si eso fue plata del Impuesto a la Renta… ¿Acaso lo hicieron los patricios guayaquileños y estos que, a cada rato, entrevista ese chiquito… ¿cómo se llama? El periodista este… chiquitito no más, ¿no es verdad? El amigo de Panchana?…”

“…El propio Malecón 2000 fue plata del Impuesto a la Renta, que es del Gobierno Central, aquí, en la China, en la Conchinchina…”

En un alarde de desprecio por la historia, demostrando una obscena procacidad al insultar tanto la inteligencia como la memoria de los ciudadanos, este deslenguado abre las puertas del estercolero ideológico que profesa y nos obsequia con su particular visión sobre la propiedad: para él, la renta no es de los ciudadanos que la generan, sino del organismo obeso e improductivo que la gasta.

Regalémosle el beneficio de la duda y supongamos que en aquellos años, Rafaelito el académico, se encontraba deshojando margaritas en Ilinois, o degustando exquisiteces gastronómicas en la casa de la belga, donde reponía fuerzas para completar su maestría en Lovaina.


Viviendo en la era del conocimiento, pasado incluso el umbral de la sociedad de la información, sólo el amor por la ignorancia o el desprecio por conocer el devenir patrio, justifican que desconozca lo acontecido en Ecuador. Sin embargo cabría recomendarle que, antes de compartir su halitosis biliar con el resto de los ciudadanos, abriendo las fauces con protervas intenciones partidistas, pidiera a alguno de sus múltiples asistentes, que le asesorase sobre aquel periodo de la historia Guayaquileña.

Quizás entonces alguien le pueda recordar como, allá por el año 96, es la Banca Privada porteña la que invita a la Universidad Oxford Brookes de Inglaterra para elaborar el anteproyecto de recuperación del denostado Malecón Simón Bolívar, por aquel entonces guarida de fumones, maleantes, meretrices y demás fauna urbana que, entre otras muchas actividades, había decidido utilizar aquel nexo de la ciudad con su río como letrina particular.


La iniciativa Municipal junto al aporte privado fueron las fuerzas que permitieron la génesis del proyecto.

Rafael podrá creer que el Malecón es el fruto de las décadas que sufrimos el desprecio de la "acción filantrópica" de la burocracia quiteña, y la "legendaria" iniciativa del empuje de los funcionarios centralistas, pero los que preferimos la verdad a las fantasías de los desquiciados nostálgicos del Ché Guevara, elegimos repasar los datos históricos.

Tras esa primera fase, en un acto de justicia que además demostró el espíritu solidario de la ciudad, se solicitó que se facilitara una ley por la cual, de manera VOLUNTARIA, todo aquel que desease hacerlo, sin COERCIÓN ni OBLIGACIÓN alguna pudiera elegir DONAR apenas un 25% de SU IMPUESTO A LA RENTA (la de CADA CIUDADANO, no del ESTADO CENTRAL, Rafaelito, del CONTRIBUYENTE aqui, en la China y en la Conchinchina) a participar en el financiamiento de la obra. Esta ley, además, no era un invento para favorecer a Guayaquil en perjuicio de otras poblaciones, porque era abierta para cualquier cabildo. De hecho, el Municipio Quiteño también solicitó que aquel que quisiera donara ese porcentaje, de su declaración de impuesto sobre la renta, para financiar obras en la capital.

La Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil hizo una excelente labor facilitando el registro de los contribuyentes, tanto personas naturales como jurídicas, y a cambio, nos permitió tener nuestros nombres inmortalizados en el Pabellón de los Donantes, que si bien es extenso, no incluye a 13 millones de Ecuatorianos, porque, como se trataba de un acto voluntario, no todos se sintieron en necesidad de contribuir con una obra que, sin embargo, es patrimonio de todos y cada uno de los ciudadanos de nuestra República.


No soy ningún Patricio Guayaquileño, ni oligarca, ni pelucón, y cómo yo, muchos miles de donantes tampoco lo son. Sin embargo, me llena de orgullo que mi nombre aparezca en esa pared. Mi pregunta es: ¿por qué no aparece el suyo?

Así que, dejemos claro el asunto:


1.- La Creación del Malecón no fue ningún invento del Estado Central;

2.- Guayaquil ha aportado, aporta y aportará siempre, al presupuesto del Estado, mucho más de lo que recibe;

3.- Las DONACIONES del 25% fueron voluntarias en un acto democrático dónde el pueblo decidía que uso prefería que se le diese a SU RENTA, a su aporte, a la cesión de su patrimonio al Estado: no es dinero del Estado, y de hecho la decisión voluntaria se expresaba antes de que el Centralismo recibiera ese dinero así que lo único que hacía el Estado en este caso era atender un deseo de sus MANDANTES: los CIUDADANOS;

4.- El Malecón se autogestiona con las contribuciones que hacen los concesionarios de espacios y las donaciones que continúan llegando desde entidades y ciudadanos.

5.- Los que, a pesar de no haber nacido en esta urbe, hemos elegido ser Guayaquileños, no entenderemos nunca cómo un hijo de esta ciudad puede expresar tanto odio y rencor por los logros de la misma. Repudiamos su actitud, sus declaraciones y sus intenciones y le pedimos que, al menos, reprima sus odios y la negrura de su alma en privado porque ya nos hemos cansado de sus insidias y sus rencores.

En el próximo post expondré, con las palabras del Sr. Correa, como el odio acérrimo y desproporcionado que este resentido tiene por los éxitos ajenos le lleva a realizar afirmaciones falsas que podrían desembocar en peligrosos enfrentamientos entre ecuatorianos.

De momento, quiero aprovechar este post para INVITAR A TODOS LOS ECUATORIANOS Y ECUATORIANAS a participar en una NUEVA FORMA DE HACER POLÍTICA DESDE Y PARA LA CIUDADANÍA.

Compatriota: si como yo, estás cansado de LÍDERES MESIÁNICOS interesados tan sólo en IMPONERNOS SU MODELO DE SOCIEDAD, sea el que sea, y DESEAS una REPÚBLICA JUSTA e INCLUYENTE, en la que quepamos todos y nadie sea excluido, te invito a participar en la creación de un MOVIMIENTO CÍVICO PLURAL sin CANDIDATOS: sólo PROPUESTAS.


PROPUESTAS a todos los niveles: desde tu barrio, tu ciudad, tu región, el país o a nivel planetario. Si te interesa, envía un mail a ecuadorpositivo@ymail.com y te mantendremos informado sobre las formas en que puedes participar en el proyecto.


De momento, quiero aportar, aprovechando el tema del post, con la primera propuesta:

USO SEGMENTADO DEL IMPUESTO SOBRE LA RENTA.

Quiero que todos los contribuyentes ejerzan su derecho democrático a decidir el uso que se da a toda o partes su contribución económica al país. De igual forma que se permitió elegir que el 25% del Impuesto a la Renta se dirigiera al financiamiento del Malecón 2000, quiero que todos los ciudadanos tengan derecho a decidir que parte quiere que se dirija a infraestructuras locales, cual a infraestructuras estatales, cuanto a defensa, cuanto a salud, educación, cuanto a financiar a los gobiernos seccionales, cuanto a ONGs, a entidades religiosas, etc.

Nuestros actuales gobernantes se llenan la boca de lo mucho que desean la participación ciudadana en política, qué mejor forma de demostrarlo que dejarnos decidir en qué deben usarse nuestros impuestos.

lunes, 13 de octubre de 2008

EL DILEMA DE GOLLUM CORREA


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CORREA: “En lo personal, de todo corazón, les digo: A mí no me interesa el poder. Estaré donde mi Patria me necesite. Yo no es que voy a MANIPULAR a mis conciudadanos para poder candidatizarme, ¿verdad?...”


“…entonces, compañeros: yo puedo irme mañana a mi casa con la satisfacción del deber cumplido porque este fue el mandato que Uds. nos dieron en las urnas. Yo estaré donde Uds. quieran que esté…"

“… Yo le pido a Alianza País hacer unas… las primarias. Y ojalá venga alguien más capaz que yo y pueda seguir, pueda seguir con el trabajo, compañeros… No. Debe haber mucha gente, mucho más capaz que yo… créame que no buscamos nada para nosotros..."

Todo lo que sucede en La Comarca tiene una explicación mágica, regida por dogmas que no permiten rescoldos a dudas posibles. La sabiduría es patrimonio exclusivo de hechiceros, casi siempre ancianos barbudos, ataviados de folclóricos uniformes de druida. El más longevo de ellos, Saurón de Mayarí, conocido por su capa verde oliva, vivía en una Isla remota rodeado de un legendario misticismo.

Se sabía que, con oro puro de Siberia, había forjado una serie de anillos, de entre los cuales destacaba uno en particular, que concedía extraordinarios superpoderes a su portador. El resto de los anillos, inferiores en jerarquía nigromante, otorgaban poderes más reducidos en cantidad y calidad. La mayoría, aunque lustrosos, no alcanzaban siquiera categoría de “anillo de poder”, mereciendo, a duras penas, el sustantivo de “sortija de autoridad”.

Los portadores de estas sortijas, representantes de una fauna variopinta, no alcanzaban grado de hechicero. Se trataba de aprendices, meritorios, becarios de brujo, aojadores, cartomantes de feria, que sin anillo apenas alcanzaban a lector gay de horóscopos en programa matinal de TV.

Los portadores más aduladores, en agradecimiento por sus sortijas, demostraban su veneración por el hechicero, imitando sus costumbres y manías. Era imprescindible vestir atuendos de adivino, ofrecer extrañas e insoportables peroratas semanales, usar lenguas ancestrales, ejecutar performances periódicas de hipnotismo y prestidigitación ante audiencias de público agradecido y atacar sin descanso a todos los que osaran cuestionar la magia como motor creador de la historia.

Cada portador, sin excepción, requería de un libro de sortilegios, hechizos, encantamientos, maleficios, trucos y chamanismos. Una vez logrado, los inagotables encantamientos del libro servían por igual para conceder deseos de lámpara aladinesca, como para descargar, con inusitada crueldad, males de ojo contra rivales y opositores. El libro potenciaba, aunque no mucho, el limitado poder de las sortijas, de tal forma que el portador pasaba a tener la capacidad de crear, aplicando concienzudamente los conjuros y pócimas descritas en el texto, “baratijas de mando” (bisutería de escasísima calidad y peor gusto), que trasladaba a súbditos cantonales con esmerada capacidad para la adulación.

Sméagol había sido un Hobbit ejemplar: amistoso, trabajador, afable y amiguero. Poseía esa adorable ingenuidad de los Hobbits que les permite contemplar la vida con el simplismo infantil de un niño.

Se había convencido que la magia le tenía reservado un destino glorioso, y había dedicado su vida por completo a convertirse en acreedor a recibir, más temprano que tarde, una de las sortijas de autoridad que el hechicero mayor, Saurón de Mayarí, había reservado para la Comarca.

Sméagol veneraba la magia y, siendo aún asesor de brujo, recibió, con emoción, de Chavdalf “El Rojo”, también conocido como Chavdalf “El Gordo”, -un encantador de serpientes, aborigen de la Tierra Llana, (un vergel cuya belleza natural sólo era comparable a la legendaria hermosura de sus hembras) que había ganado su ascenso a druida por sus muchos y generosos aportes a la causa de la magia-; la invitación a ingresar a la Cepalina Facultad Stiglitz-Chomsky, competencia criolla de la prestigiosa Hogwarts del mundo sajón.

En sus visitas a la Tierra Llana, Sméagol completó su formación en artes tan dispares como la cábala, numerología, lectura de posos cafeteros, quiromancia y otras dotes adivinatorias. Especial destreza adquirió en el noble arte de la aruspicina, pericia para la cual demostró un talento natural, sobre todo cuando leía el futuro en las entrañas de adversarios políticos.

Sméagol se graduó Taumaturgo cum laude, siendo abanderado de su promoción. Junto al diploma, su tesoro más codiciado: la Sortija de Autoridad forjada a mano por el propio Saurón.

Pronto pudo comprobar la eficacia de los poderes de la Sortija, que aprovechó para apropiarse, con admirable facilidad, del control CASI total de La Comarca. En tiempo record, obtuvo también, el ansiado Libro de Sortilegios que le permitiría extender el poder de la sortija de autoridad. Sméagol se sentía invencible.

El libro de Sortilegios exigía, una vez obtenido, una prueba de lealtad a la Magia. Una demostración inobjetable de carácter y devoción por la hechicería. Un sacrificio por la causa: Sméagol debía ceder la sortija a un nuevo portador que reforzara el innato poder de la misma y la convirtiera, definitivamente, en Anillo de Poder. Sólo había un problema: la fuerza intoxicante de la sortija se había apoderado de Sméagol y sus efectos comenzaban a ser notorios a simple vista. Empezó a desconfiar de todos sus allegados, en cuyas miradas, adivinaba el brillo codicioso de la ambición. Encontraba enemigos en cada esquina y vivía obsesionado por el sacrificio. Sméagol se había convertido en Gollum, una criatura enfermiza y desagradable que no estaba dispuesta a dejar marchar su preciado tesoro.

Su mente cavilaba urdiendo escenarios que le permitieran encontrar una solución al dilema. Gollum debía seguir siendo el portador de la sortija a como diera lugar, pero no podía aparecer como un capricho o una obsesión. Necesitaba presentar un escenario en que fueran otros los que no le permitieran hacer el sacrificio.

MANIPULARÍA el pensamiento y las voluntades de los habitantes de La Comarca para que fueran ellos los que le exigieran seguir portando la Sortija. De esta manera él, aparecería como el mago desprendido y benefactor que altruísticamente renunciaba a sus propias ambiciones aceptando inmolarse por la causa de la magia en respuesta a las peticiones de los súbditos de la Comarca. Ese era el guión más aceptable para Gollum, pero no el único. Su mente delirante sólo admitiría un escenario diferente a ese: arrebatar o heredar el Anillo de Poder del propio Saurón…


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