SAN ENRIQUE DE LOS PERIODISTAS: LA CENSURA GOBIERNISTA LLEGA A TC TV

Escucha este articulo en audio



Nos han intentado vender el cuento de que la incautación a las Empresas del “Grupo Isaias” no tiene ningún fin electoralista ni se trata, bajo ningún concepto, de un ejemplo de atropello a la libertad de expresión. El hecho de que dentro de las empresas incautadas hubiera 3 que controlaban el 38% del share de audiencia en los noticieros, es un tema meramente circunstancial, una simple coincidencia del destino. La única motivación del ejecutivo correísta es hacer justicia resarciendo a los afectados por la quiebra de Filanbanco. Eso entendemos de las palabras del mandatario cuando dice en la web de la Presidencia de la República:

Quito 8 de Julio de 2008.. al Gobierno no le interesa administrarlos, por lo que “mientras más rápido podamos subastar, rematar esos bienes, entre ellos los medios de comunicación y con ese dinero pagar a los depositantes y resarcirse de todo el dinero que se puso en Filanbanco, dinero público; enhorabuena, tanto mejor”.

Quito, 10 de julio de 2008. “ahora resulta que incautar bienes a banqueros que quebraron al país es atentar contra la libertad de expresión. Hasta cuando esa doble moral, hasta cuando tanto cinismo”.

Qué caretucos estos periodistas. Qué Cinismo. Como pueden sospechar patraña semejante de un ser humano angelical, bondadoso y extremadamente justo como Rafael, si hasta tiene nombre de Arcangel.

Por su cabeza, debajo de la rala matita de cabello víctima de una preocupante alopecia (ahora empiezo a comprender su obsesión neurótica por los “pelucones”) fruto, sin duda, de los disgustos que le dan los periodistas, nunca han atravesado pensamientos peregrinos sobre la posibilidad de implantar una férrea censura en los profesionales de los medios incautados. Es una idea abominable, tirada de los cabellos (notese una nueva e interesante perspectiva sobre las causas del adelgazamiento capilar del Presidente y su pertinaz interés en recordar el término pelucón: peluca de enormes dimensiones).

Para demostrar que no existe intención alguna de recortar la libertad de expresión de los periodistas, el amigo de Hugo Chávez, ese inclaudicable adalid del pluralismo, caudillo infatigable del pensamiento libre, generoso valedor de la libertad de prensa, delega funciones administrativas en un tal Enrique Arosemena Robles, un “ingeniero” no sabemos en qué rama, y a su fiel escudero, el taimado periodista independiente José Toledo. Este último, para acallar cualquier rumor malintencionado, pone por delante, en una entrevista concedida a la Revista Vanguardia, su prestigio de 21 años de profesión para indicar que no se va a dejar manipular. En esa misma edición de la revista mencionan que estaría dispuesto a renunciar si siente en sus oídos, los perversos susurros carondeletienses imponiendo ó, siquiera, sugiriendo criterios políticos en su labor.

No hay duda posible. Estos son hombres probos, gente sin tacha. Prácticamente parientes de la beata Narcisa de Nobol. Estoy seguro que cuando Dios tenga a bien reclamar sus almas para compartir su gloria en el paraíso, sus cuerpos permanecerán incorruptos por siglos en ejemplo de santidad. Con luchadores como ellos al frente de los canales no hay por qué dudar: la libertad está garantizada.

Por eso no quería creer los malintencionados comentarios que llegaban a mis oídos. Seguro se trataba de las clásicas argucias de la oposición en sus vanos intentos por resquebrajar la sólida base moral de la Revolución Ciudadana con embustes de la más fea intención. ¿Cómo iba a ser posible que este Señor Arosemena le prohibiera a Mariaca hablar, entre guiso y guiso, mientras condimenta con esa gracia cubana suya, la enésima variante del seco de pollo, o defiende, cucharón en mano, las bondades culinarias de una ropa vieja, sobre los precios de la canasta familiar? ¡Embustes! ¡Me niego a creerlo! De otro quizás, pero de Enriquito, santo varón, ¡jamás!

Incluso si le hubiera llegado un teletipo desde la oficina de Vinicio indicando que han descubierto un dossier que revela que Mariaca, lejos de estar en su salsa, es en realidad, como todo disidente anti castrista, una doble, o hasta triple, agente de la CIA dispuesta a minar con ponzoñosas recetas imperialistas el paladar, inocente y pío, de los ascéticos defensores de la revolución ciudadana; incluso en ese caso, prevalecería ante todo, la defensa de la libertad de expresión prioritaria siempre en el libro de estilo de Enriquito. Estos rumores sólo son habladurías de la derechona, incapaz de asumir la derrota.

Con qué vileza se atreve la oposición a sugerir, en claro intento de boicotear la candidatura a la canonización directa, sin pasar siquiera por el engorroso trámite de la beatificación, de San Enrique de los Periodistas, que éste hubiera osado amenazar con que aquellos que no estén de acuerdo con la nueva política del canal, pueden acudir prestos al Departamento de Recursos Humanos, a presentar sus renuncias. Eso sería un caso serio de coherción, a la vez que una prueba irrefutable de despido intempestivo con derecho a indemnización laboral (un jefe nunca puede solicitar la renuncia a un empleado: puede despedirle, pero no pedirle que renuncie, es la ley). Enrique sería incapaz de eso…

Nos lo habíamos creído y todo, hasta que se cuela, oh magia de la tecnología del video en celular, una grabación que encontré en el blog de Melquisideq y que a continuación pueden reproducir para que saquen sus propias conclusiones.

Al parecer este paniaguado gobiernista intenta excusar sus claras intenciones de censura atropellando la libertad de expresión, indicando que, para hablar de ciertos temas, es exigible un título académico en la materia. De acuerdo con su harapiento criterio informador, sólo un economista puede tener opiniones sobre economía, y para hablar de lo pesado que está el tráfico sólo cabe la opinión de un vigilante de tránsito. Por supuesto, Mariaca a los fogones.

De acuerdo a su concepto de ser humano monofacético, nadie que no sea futbolista, podrá hablar de fútbol, peor emocionarse con un gol de la selección. Deberíamos pedirle que, de inmediato, expulse al 95% de los Asambleístas, y en esto casi cabría darle la razón, quienes están osando opinar sobre leyes careciendo del título universitario correspondiente. Lo que si sabemos es que, cuando toque hablar de hemorroides, le cederemos encantados los micrófonos. ¡Qué viva la Revolución!

Blogalaxia Tags: correa incautación enrique+arosemenalibertad+de+expresión José+Toledo política ecuador